miércoles, 7 de enero de 2009

ESCRIBO CUANDO DUERMES



Gracias por los días que vivo junto a ti porque tal como los pinta esta noche…
Así nacen y mueren mis días en ti. Pienso y escucho tu latir en nuestro ayer…
Y cuando una angustia cubre la tarde yo…vivo la sensación infinita de Dios…
Dios eterno que nos guía desde siempre, pues sin conocerlo sabía de ti y mí.

Pones las piezas rotas entre mis manos y juntos pintamos espacios vacíos.
Reviviendo al mineral gris otra vez, pero hoy me tienes dulce y cercana.
Y la tristeza no embriaga nuestra casa… El silencio grita fuerte a la distancia…
Y las palabras ya notan toda ausencia…Carencia de estrellas que luce la noche.

Hogar, marco azul, pintura bien dorada en ese paisaje rural añorado…
Nuestras penas y alegrías se refugian en los besos ciertos y sagrados siempre. . . .
¡Cuántos “te quiero “! Contienen estos días. Melodías sensuales en nuestro lecho…
No es rutina sino el deleite de querer… que agota emociones y nacen los días.

¡Qué será la luna y el sol sin ti y sin mí! cada uno es par y necesita del otro...
Estás dormido y aún tu mente me seduce, eres el niño que duerme, eres mi cielo…
Hoy disfruto estar a tu lado, amor mío, por encontrar el camino esperado.
Y decirte que mis versos en toda noche no son versos sin tu presencia cándida.

Ahora tocas una almohada tan vacía, solitario lecho que refugia tu cuerpo.
Mientras las palabras rodean tus sueños, ellas saben de tus celos, de la ira.
Durante la pasión incontrolada, conocen todo nuestro mundo plateado.
Laberinto de luciérnagas tan blancas, algodones destellantes de las noches.

Esta ausencia de estar media hora sin ti baña mi frente, delata tu presencia.
Entre los muebles sólidos de la casa cada rincón, cada pared es el lugar
donde moran aquellas palabras gratas y cada vez que nos sienten pasar... respiran
e
l incienso fresco y perfumado que cubren las palabras blancas.

Doy gracias a Dios por mirar esta noche, tenerte tan cerca y sentir paz.
Manos tibias que moldean mi cuerpo y que dejan huellas de tus labios.
Eternos son tus besos miel que sellas siempre, como esta noche que teje la mañana y
prepara los ingredientes de la cena mientras consagro el día amaneciendo en ti.




Aunque padecí la partida, rebrotas en mi piel.
Al despertar oculto con un gesto los recuerdos
Y baño mi rostro sabiendo que nunca volverás.

Como dos pájaros libres construimos nuestro nido.
Asolaron al destino, viéndote partir sin mí.
Ahora… no controlo aquellas alas sobre el horizonte.

Embriago tantas preguntas sin consuelo, bebiendo.
Vuelo con las golondrinas para regresar a ti.
Abrigas dulcemente mi cuerpo, fugaz consuelo.

Retoños de primaveras ya danzan en la mente.
Pero, tú, capullo ardiente, estás ausente.
Y pasando los estíos resurges volviendo aquí.

Al manto del tiempo libero una esperanza.
La de poder encontrar un abrigo, nuestro cuerpo.
Y aquella mariposa candela es una amenaza.

¡Nunca más! Un pimpollo. . ¡Sí! Un ángel dormido.
Espuma de mar que flotas celestial diariamente y…
Que navegas avanzando mi náutico tormento.

Te quiero con haberte conjugado tantas noches.
Liberado tu pensamiento, te quiero, mi cielo…
Y aunque la soledad nos grite que hemos perdido…
Igual te quiero…

A veces la lluvia limpia la tierra como también un sueño se aclara.
A veces la esperanza se duerme como la espera que ya se marcha.
No todo es colorido con el corazón dolido.
No todo es suficiente, aún cuando se ama demasiado.

Recuérdame como esa lluvia que pasa como esa flor que se duerme.
Recuérdame cuando el sol se ponga cuando la luna te mire.
Cuando la noche se asome y las estrellas te alumbren.

Recuérdame así, simple y sincera,
Dulce y triste en la nostalgia,
Sola y errante cuando me miro.
Y por sobre todas las cosas. . . .
Ámame sin que te vea.

SUANG